En la primera oleada de contagios del Covid-19 la alcaldesa Ada Colau aprovechó el estado de alarma y el confinamiento para desplegar su “urbanismo táctico”, quitarle espacio público al coche y al vehículo privado, y elevar el gasto en todo tipo de pinturas y “andróminas” que persiguen a “la Rahola”.
«Entristece ver esta Barcelona vacía, sin turistas, con comercios y establecimientos cerrados o a medio gas»
Desde hace ya demasiado tiempo que estamos soportando en la ciudad de Barcelona un incremento descontrolado de las okupaciones ilegales.